Nosotros

1

*******************

Te despiertas, de reojo miras el despertador que tienes sobre la mesita de noche, son las nueve de la mañana del 2 de enero del 2023, te has pasado un día entero durmiendo. Sientes como si mil martillos golpearan tu cabeza. Te incorporas y retiras el nórdico, estas desnudo y tu cama está llena de agujas de pino, hojas de roble y tierra húmeda. Te levantas, te mareas, zozobras, te apoyas en la pared, se te pasa pero te vienen arcadas. Te arrastras como puedes hacia el baño, te cruzas con el gato, él te sopla amenazante y despavorido sale corriendo, “que extraño”, te dices. Abres el wáter y vomitas un montón de repugnantes enormes trozos de carne blanquecina, parece pollo pero no recuerdas haberlo comido, ello acompañado por unos tropezones rojo escarlata y por unos grumos viscosos indescriptibles. Te fijas un instante en el resultado expulsado por tu estómago, ves lo que parecen restos de uñas, pelos y piel ¡Qué asco, por dios!

Te sitúas ante el espejo, te miras y te estremeces. Ves sangre seca en tu boca y arañazos en la cara, tienes cortes por todos lados y cerúleos hematomas en varios puntos, tu cuerpo entero está sucio, magullado, maltrecho. Bajo las uñas te observas un cerco negro de suciedad. Tu hálito sabe asqueroso, mantienes en el paladar un sabor que te recuerda al impactante y nauseabundo hedor que uno recibe cuando entra en una carnicería de despojos y casquería, necesitas lavarte los dientes cuanto antes. No comprendes nada. Coges el enjuague bucal y te sientas en la taza, haces gárgaras mientras meas, te duele la uretra, acabas y te alzas, miras la orina, es oscura, casi roja. Te metes en la ducha, abres el grifo, enseguida el suelo se tiñe de un color negruzco y turbio, apoyas los brazos en la pared y dejas caer el agua sobre tu cuerpo para que depure tu cuerpo. Quieres hacer memoria, ¡has de hacer memoria!

2

*******************

Tratas de reconstruir la noche del 31 de diciembre al 1 de enero.

A ver, por ahora no recuerdas casi nada, sólo que, una vez más, pasaste la Nochevieja solo. Te preguntas cómo has llegado a tales cotas de soledad y cómo eres capaz de adaptarte a ella, incluso, te sorprendes como la soledad no ha acabado por volverte loco.

Recuerdas que no aguantabas más la falsa y fugaz felicidad de tus vecinos, todo ese barullo y amalgama de voces, gritos y risas que te llegaban de arriba y de abajo. Putos apartamentos de paredes de papel…Así que te pusiste la chaqueta y la bufanda y saliste a la calle a pasear, para pasar el tiempo alejado del gentío, hasta que todo se calmara y poder volver a tu casa y acostarte. Te da igual este día, te parece absurdo celebrar que la tierra ha vuelto a dar una vuelta al Sol, por eso, mientras el resto del mundo estaba con las uvas, el cava y los abrazos, tú caminabas errante sin rumbo con las manos en los bolsillos. De repente, notaste como algo dentro de ti se removía, notaste sacudidas en el vientre. Esa fugaz felicidad de los demás te repateó el estómago. Un resquemor que no te era nuevo despertó en ti un odio que no podías controlar, tu ritmo cardíaco se disparó y aceleraste el paso. Desde los balcones y ventanas de las casas, como si te persiguieran, escuchabas el jolgorio y el júbilo de la gente junto aquel coñazo de música de los especiales de la tele. Te sentías acosado, por los demás. Todo aquello te hería, se te hizo un nudo en la garganta y una lágrima pendía de tu parpado, necesitabas huir como fuera de todo aquello. La gente te pareció un monstruo, sin conciencia, ordinarios, banales y superfluos, hasta cutres y feos, incapaces de ver la verdad, sólo pensando en llenar la tripa y pillar una cogorza, fingiendo una empatía falsa con los demás, un año más, en sus vidas de mierda. Como asustado, recuerdas que te llevaste las manos a los oídos para no oír todas esas carcajadas etílicas y el puto Reageton. Te estabas alterando, la ansiedad y la rabia se estaban adueñando de ti, sentías como te ibas de ti mismo, como perdías el control de tu razón. Debías de huir de ahí, de las calles y de zonas habitadas, buscar algún lugar sin gente, un parque o polígono. No podías soportar más todo ese exceso y ordinariez que emanaba de la misma chabacana fuente de la sociedad, ¿A dónde fueron el buen gusto, lo ilustrado, el saber estar, la virtud, el equilibrio, la gentileza, las formas, la sublime patina de la cultura y la belleza del arte?

3

*******************

Hasta aquí ya es suficiente por ahora. Exhausto, decides apartar por ahora tu ejercicio de retrospectiva. Cierras el agua, te secas, te rocías generosamente con desodorante y te pones el albornoz, por primera vez desde que te has levantado te encuentras algo mejor. Vas a la cocina y preparas café, el gato aún anda escondido, no entiendes porque, de repente, te ha cogido miedo, normalmente, hasta duerme contigo, pero hoy no lo ha hecho. Para distraer tu inquieta mente pones las noticas del canal local, hablan de la noche de Fin de Año, la primera sin restricciones desde la pandemia, gran éxito del sector del ocio nocturno y bla bla bla. El café está listo, te sirves una buena taza para que te espabile, vuelves al salón con la taza humeante en la mano y te sientas ante el televisor. El informativo cambia de tercio. Esta mañana, un excursionista, ha encontrado una persona muerta en un bosque, al parecer, según las declaraciones de la policía, el cadáver estaba irreconocible y no se ha podido identificar, el resto está bajo secreto de sumario. Este ya es el quinto cuerpo que hallan en las afueras de la cuidad, casi siempre en zonas apartadas o boscosas, cuatro el año pasado y, este último, que es el primero del año. Todos los cuerpos, victimas bajo un mismo patrón: brutalmente descuartizados, sin seguir ninguna lógica ni orden aparente, pareciera que de un modo irracional, hasta animal. De hecho, tras las apariciones de los dos primeros cadáveres se barajó la posibilidad de que se tratara de un ataque de perros silvestres, las autopsias lo descartaron, pero eso no evitó que la prensa bautizara al caso como, La Bestia. Tú, miras la noticia sorprendido, no entiendes como en un mundo, en teoría, seguro y civilizado, pasen estas cosas, aunque, viendo al ritmo de como cada día mueren mujeres asesinadas, mueren hombres en peleas o se suicidan adolescentes, no te extraña demasiado. Este mundo se va a la mierda y nosotros no hacemos nada por evitarlo. Al contrario, nos estamos empujando al vacío. Harto, cierras la tele y te vuelves a la cama para descansar y tratar de seguir recordando.

4

**********

Sí, tu memoria vuelve a ayer por la noche. Estabas huyendo de algo, tenías miedo, todo aquello te aterrorizaba, no lo podías soportar. Porque pasadas las doce de la noche surgieron fuegos artificiales en el cielo y el rumor de la gente preparándose en sus hogares para salir de marcha se intensificó, ese monstruo horrendo creado de muchedumbre se estaba preparando para llenar calles, discotecas y locales. Te arrepentiste de haber abandonado la seguridad de tu hogar, te empezaste a encontrar peor. Tu cuerpo rebullía, el plexo solar parecía quererte salir tirando del torso y tus pulmones parecían estar a punto de estallar. Te dio la impresión de que tus extremidades se prolongaban, que latían, sufrías espasmos. Un sabor a hiel rebosaba por tu boca en forma de espuma, tu lengua repasó los dientes, estos, parecían más grandes de lo habitual. Tu ropa empezaba a parecerte pequeña, como si fuera a estallar. Te estaba ocurriendo algo grabe pero no sabías qué, entonces comenzaste a interrogarte: ¿Comiste algo en mal estado? negativo, no has cenado ¿Será una reacción alérgica?, que tu sepas, no eres alérgico a nada ¿Te has drogado?, negativo, no te drogas ¿Sufres epilepsia?, no. Unos fuertes estertores colapsaron tu pleura encharcándola, esputos y gases bloquearon tu sistema respiratorio, creíste que ibas a desfallecer, debías ir al hospital más cercano urgentemente. Buscaste algún coche para detenerlo y que te ayudara, pero las calles estaban aún vacías. Creíste que aquello era el fin, que ibas a morir, ahí, en la calle, solo, entre unos dolores extremos. Penoso final para tu vida. Pero, de repente, viste una figura humana que caminaba sola. Se acercaba, llevaba una bolsa llena de regalos en una mano y una botella de cava en la otra, supusiste que se dirigía a una casa para celebrar el Año Nuevo. Apenas podías hablar, pareciese que habías olvidado como hacerlo, no podías reproducir lenguaje, tu boca te era ajena, pero pudiste exclamar cómo pudiste algún gemido asonante y grotesco. Gesticulando, le imploraste ayuda mientras te acercabas a aquella persona, pero cuando estabas a unos cinco metros de ella, la luz de una farola alumbró tu figura dejándola ver por completo, así mismo, pudiste ver tu imagen reflejada en la ventana de un coche. Un aterrador grito quebró el silencio.

5

*******************

No recuerdas de quien fue ese grito, si tuyo o de aquella persona. Luego, algo ocurrió. Tus pies salieron del asfalto, de las aceras, por una senda que llevaba hacia una arboleda. Recuerdas ver un zapato volar, una bufanda caer, luego, olor a tierra fresca y a pino. Notaste piedras calvadas en tus plantas y como la maleza fustigaba tus piernas. Tu vista se amoldó rápido a la oscuridad. Pudiste oír una lechuza a lo lejos y el quebrar de las ramas por la brisa. Tus sentidos parecieron afinarse de una forma inexplicablemente aguda. Enardecido, frenético, delirante, así te pareció todo. Seguidamente se hizo la penumbra y el silencio total. El silencio, un baúl lleno de preguntas que, atrapadas, ansían salir. Hay un lapso de tiempo que tu memoria ha olvidado, luego, a partir de ese vacío de espacio-tiempo, vuelves a acordarte. Sí, lo ocurrido se te hace otra vez presente. Sudando en tu cama, recuerdas lo sucedido como si fuera ahora mismo. Sí, estás en ese ayer, te mueves, todo va muy deprisa, estas desorientado, tus ojos se abren húmedos, todavía está oscuro pero tu visión es perfecta. Estás corriendo por un bosque, estás desnudo y vas descalzo, emites sonidos guturales, sientes la respiración pesada y tu aliento sale de tu boca en forma de un vaho verdoso. Te sientes extraño, estás colérico y un deseo de matar te corroe, incluso, podrías jurar que estás sediento de sangre, ávido de carne, pero, ¿qué me pasa?, te preguntas, pero no encuentras ninguna razón, sólo sientes ese loco instinto mortal. Te sientes culpable sin tener la certeza de haber hecho nada. Miras atrás y no ves absolutamente nada, sólo la oscuridad del bosque, iluminando por la pálida luna el mar de árboles, luego miras hacia delante y le ves. Sí, es alguien que te mira aterrado, que grita desesperado, parece que está herido, ¡sí! en su huida va dejando un reguero de sangre en el suelo, que tú, como si fueras un perro, vas rastreando perfectamente. Esa persona va pidiendo socoro mientras corre, algo le sucede que implora ayuda, pero, ¿por qué no intentas ir en su auxilio? Eres una buena persona, pacífica y compasiva, detestas la violencia, nunca le has hecho daño a nadie, eres templado y calmado, has sido voluntario en numerosas causas, eres mediador cuando hay conflictos y no hay nadie que pueda hablar mal de ti más allá de que seas bastante introspectivo y solitario… entonces ¿Por qué no sientes que debas ayudar a esa persona que corre aterrada y que parece necesitar ayuda? No, no sientes bondad, pena ni piedad alguna por ella.

6

*******************

Entonces te das cuenta: esa persona está escapando de ti, ¡te teme a ti! Todo parece mentira hasta que ocurre. Así es como al final comprendes quién es realmente el monstruo. Sí, ahora la bestia, la aberración, el engendro, eres tú. Eres tú quien asusta a los demás. Ahora, es a ti a quien odian, eres tu quien les persigue para aniquilarlos, para despedazarlos. Eres tu quien persigue a ese pobre individuo, quien fatalmente se ha cruzado en tu camino de conversión catártica. Sí, le persigues para saltarle encima y arrancarle la vida a mordiscos, saciando con su sangre tu sed de venganza, parece como si todo tú fueras muerte. Arrancarás con tus grandes garras afiladas todo lo que hay dentro de su vientre y morderás con tus colmillos poderosos su cara hasta dejarle irreconocible. Te alimentarás de él, te comerás sus ojos, un trozo de su cabeza y sesos, le extirparás la lengua, le sesgarás a bocados unos cuantos dedos y degustarás algo de sus intestinos y tripa. Carne fresca, órganos aun calientes, corazón ultimando su latido. ¿No dicen que del cerdo se aprovecha todo? pues eso. Luego, olvidarás todo esa sangría, pero, en efecto, has sido tú. También sabes de forma inequívoca que fue la misma sociedad la que te transformó en ese monstruo. También sabes que nadie te creerá, no les interesa creerte. Ellos han de tener siempre a mano a los inadaptados, a los que se sienten marginados, a los rebeldes del sistema, a los despojados, a los que son diferentes, a los arrinconados e incomprendidos y a los asociales como nosotros para culpabilizarlos y para hacernos pagar por la ineptitud, la estupidez y la crueldad del resto de los mortales. Dirías que, más que monstruos, somos los mártires de un mundo que nos ignora y nos rechaza. Nosotros somos tan viejos como la misma humanidad. Somos muchos los que vivimos en el silencio de la vida, los que moramos en las sombras del mundo, en las grietas y recovecos de la sociedad. Existimos por vuestra culpa, por vuestra mezquindad e incompetencia. Si fuerais nobles, perfectos y hermosos, no haríamos falta, pero aquí estamos, aquí seguimos. Rezad a vuestros falsos dioses para que no despertemos todos a la vez de repente cualquier día. Invocad a vuestros artificiales mitos para que el orden mundial donde vivís cómodamente no se venga abajo y podáis seguir con vuestra inhumana autocomplacencia, porque, si eso pasara, nuestra revolución sería inevitable y, su éxito, nuestra mayor venganza.

7

*******************

Te levantas de la cama de un salto, con el corazón en un puño. Tienes la sensación que no es la primera vez que vuelves a recordar lo que realmente eres, sabedor de tu naturaleza, de tu condición, estirpe y linaje. Te parece terrible, abominable, pero es lo que eres. Piensas en tu vida. Hoy en día, sabes que realmente no le importas a nadie, los que son como nosotros somos invisibles, insignificantes, improductivos, pero querrías que, si alguna vez alguien te recordara, fuera por lo que fuiste en realidad, como el mejor ser humano que intentaste ser, y no por lo que ellos te han acabado por convertir, por eso, esa cosa que, con su empeño zafio y desalmado, han conseguido sacarte y transformar de tus instintos más bajos y primarios. Simiente, semilla en ti que tenías adormecida, despertado de la calma del letargo por un mundo cruel, sin principios ni dignidad. Ellos me crearon, ellos me cambiaron. Ellos lo han querido…

Te sirves otro café, sales a la terraza, te sienas en la tumbona para que te dé el sol de la mañana. Tratas de recordar más, pero a continuación, lo único que te viene es otro vacío. Sabes que ha pasado algo terrible pero tu memoria lo retendrá a cal y a canto, quizá por tu propio bien. Tú no lo sabes pero olvidas tus salidas y cacerías nocturnas una y otra vez. Como un acto de auto protección, tu mente ignora tu alter ego, tu némesis, tu otro yo. Luego vuelves a verte ahí en el bosque, tumbado en posición fetal entre la maleza, tienes frio, estás cansado, menguado, dolorido, hay sangre por todos lados, en la hierba, en la corteza de los árboles, en las plantas y en las piedras, sangre y vísceras. Sabes que de aquí nada se hará de día y volverás a casa bajo tu forma humana, esa prudente y alineada, sumisa y obediente, hasta quizás, esa reprimida forma humana. Serás lo que ellos quieren que seas, te comportarás acorde con sus normas y leyes, te amoldaras sin rechistar al sistema. Iras a trabajar, pagaras impuestos, iras a comprar, te tomaras las pastillas que te receten, te darás de alta donde te digan y te relacionaras como puedas con los demás, serás bueno y no te quejarás. Serás un auténtico gilipollas, un zombie de occidente, un payaso consumidor. Solo tú sabrás quien eres en verdad. Pero aguantarás la sociedad con los puños cerrados, con la lengua herida de tanto mordértela por no decir lo que piensas. Pasarás por ese filtro endogámico e imperante, hasta que el monstruo, ese ser libre y poderoso que llevas dentro, ese, al que tratarás de mantener a raya todo el puto año mientras peleas contra la moral y la ética, vuelva a querer salir aullando y gritando, deseoso de vuestra sangre, loco por acabar con vuestras insignificantes vidas, y así, hacerle un favor a la Madre Tierra.

Tened cuidado, portaos bien, obedeced, porque los siguiente podéis ser cualquiera de vosotros. Parece que tu gato te ha vuelto a reconocer, se te acerca ronroneando, y, de un salto, se ha acomodado en tu regazo. Respiras tranquilo, tu necesidad ha sido cubierta, hasta la próxima.

AUTOR: Danny Romero Mas @dannyromeromasaloha

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s